jueves, 13 de octubre de 2011

La crisis alimentaria: Un nuevo reto mundial

Los precios de los alimentos seguirán subiendo. Un estudio realizado por la alianza entre la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrolla Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) demuestra que a lo largo de la próxima década el incremento de lo precios afectara de manera notable a la población mundial, especialmente a la de los países pequeños ligados a las importaciones.

Erradicar la inseguridad alimentaria del planeta es una responsabilidad de todos. Evitar el desperdicio de alimentos es una cuestión principal en el cumplimiento de dicho objetivo. Los investigadores afirman que el crecimiento económico de algunos de los países emergentes provocará un mayor gasto de productos alimenticeos y de biocombustibles influyendo en el precio de los mercados.

Estas previsiones de futuro afectarán en especial a los agriculturas pequeños que se verán incapaces de competir contra las grandes multinacionales. La crisis mundial y la reducción de los salarios, lleva provocando efectos desde hace varios años como la falta de consumo de ciertos nutrientes. Por ejemplo, según datos del Índice Global del Hambre de 2011, Nairobi, antes de que comenzara la crisis, vio subir el precio de sus judías en un 42% y el kilo de harina suponía un cuarto del salario medio de un trabajador.
El día 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación. Ante la fecha el Índice Global del Hambre de 2011 solicita a la Unión Europea que reduzca los precios altos de los alimentos, con el fin de erradicar el hambre. Luchando ante dicha realidad se encuentran más de 239 millones de africanos que no poseen suficientes alimentos, entre los cuales han sido calificados con una condición crítica la República Democrática del Congo, Burundi. Chad y Eritrea.  La situación se ha agravado con la crisis del cuerno de África donde más de 13 millones de personas se ven afectados por la hambruna. El escenario no parece que vaya a evolucionar positivamente y las ONG españolas denuncian que el próximo año otros dos millones de personas se enfrentarán al mismo conflicto en la zona.

Luchar por un futuro más optimista y responsable es una necesidad de primer orden con el fin de que los recursos mundiales sean capaces de abastecer a una población creciente que luchan por mejorar sus condiciones económicas.